El Gripen brasileño cambia todo, para el nuevo caza mexicano
El gigante sudamericano es un
espejo en el que México puede ver el proceso para reemplazar sus aviones F-5E/F
que el país discute desde hace 10 años bajo distintas administraciones y ahora está
detenido por la falta de atención de López Obrador a las necesidades de las
Fuerzas Armadas Mexicanas.
Los grandes procesos de compras
de sistemas de armas siempre son complejos, y suelen sufrir el síndrome de dar
dos pasos adelante y uno atrás, aunque eso es común en negociaciones de este
tipo el asunto tardara más mientras la Fuerza Aérea Mexicana y la Sedena no
cuenten con metas claras en el proceso
de la renovación de sus aviones interceptores.
Ante la ausencia de conflictos y
confrontaciones en América Latina, varios países de la región, sin proponérselo
explícitamente, han dejado deteriorar gradualmente sus capacidades de combate
aéreo hasta que se vuelven casi simbólicas, convirtiéndose en una especie de tendencia
regional. En el caso de México la falta de atención a las capacidades militares
aumenta el riesgo de perder esa capacidad.
Desde la firma del contrato para
suministrar 36 cazas Gripen - 28 Gripen E (monoplaza) y 8 Gripen F (biplaza) -
a la Fuerza Aérea Brasileña en 2014, Saab y Embraer han trabajado juntos en el
mayor proyecto de transferencia de tecnología en LATAM. Recientemente, con la
firma del Memorándum de Entendimiento entre las empresas, la línea de
producción también se ha convertido en una oportunidad para nuevos negocios ya
que el objetivo es producir cualquier futuro Gripen para Brasil y otros países,
convirtiendo a Brasil en un centro de exportación para América Latina y
potencialmente para otras regiones.
El ejemplo de Brasil he permeado en toda la zona pudiendo considerar a los aviones suecos como una opción realista, aunque evidentemente, el alcance y el tamaño de los contratos de defensa en Brasil son de gran magnitud y su base industrial de defensa es mucho más robusta que la mexicana, con mucha mayor capacidad de recibir transferencia tecnológica a gran escala, aprovecharla e incluso comercializarla.
Brasil buscaba desde mediados de
los 90 un sustituto para sus aviones Northrop F-5 y Dassault Mirage, que entraron
en servicio durante los años 70, y la decisión gravito sobre varios gobiernos.
Luiz Inácio Lula da Silva incluso llegó a anunciar en 2009 que el Rafale sería
el elegido, después de una breve visita del presidente de Francia de aquel
entonces Nicolás Sarkozy, pero la propia Fuerza Aérea Brasileña (FAB) exigió
ser consultada. El anuncio también sorprendió a los otros finalistas y al final
se anuncio que no se había tomado una decisión.
En su momento el ministro de
Defensa brasileño explicó los tres criterios que inclinaron la balanza: el
rendimiento de los aparatos; el coste, tanto de la compra como del
mantenimiento; y, en especial, la transferencia de tecnología necesaria para
que Brasil pudiera construir los aviones en su territorio. En octubre de 2020,
el nuevo caza de la FAB hizo su vuelo de estreno sobre Brasilia. El pasado
mayo, el propio Lula, de vuelta en el poder, inauguró la línea de producción
del Gripen en Brasil, en la que se ensamblarán 15 de los 36 cazas del primer
lote.
El Gripen es “al avión de combate
más avanzado de América Latina” y marca el inicio de una nueva era en la
defensa aérea de Brasil, que al parecer está en proceso de contratar otros 20
Gripen, adicionales a los 36 que ya están en proceso de entrega, que
representan cerca de la mitad de la flota prevista. Los planes finales son
contar con unos 120 cazas, adquiridos en varios lotes, desarrollados y
construidos por Embraer, la empresa brasileña de aviación.
El F-39 Gripen se considera un caza de ala delta con alerones delanteros de tipo canard, lo que le permite una alta maniobrabilidad en combates cerrados o dogfight, ademas está dotado con modernos radares y sistemas radioelectrónicos. El avión puede utilizar un amplio abanico de armamento según la misión planteada, que se puede colocar en diez puntos de anclaje en el fuselaje. El Gripen puede alcanzar una velocidad máxima de 2.000 km/h.
Mientras Brasil ambiciona desde
hace décadas ser más que un poder regional y tener peso en el escenario
internacional, México ha abandonado en estos últimos 5 años muchos de sus foros
internacionales tradicionales, con una política internacional errática y mal
planeada, aunque acuerdos internacionales le permitirán ser un actor importante en la defensa aérea de
Norteamérica, junto con Canadá, siempre y cuando las prioridades de un nuevo
gobierno vean este reequipamiento como un avance para la industria aeroespacial
y la defensa mexicana, poniendo de nuevo a México en el lugar que merece en el
concierto internacional.
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