La Defensa Aérea Mexicana del libro La Aviación Militar Mexicana; entre la Modernidad y el Pasado,
Presentamos un fragmento del libro La Aviación Militar Mexicana; entre la
Modernidad y el Pasado, el cual nos da algunos detalles respecto al
desarrollo y operación de esta rama de la aviación Militar.
8.2.
La Defensa Aérea Mexicana
Desgraciadamente los Vampiros prestaron servicio por muy
corto tiempo, debido a algunos accidentes fatales y a su pobre desempeño
mostrado contra los T-33 en combate simulado, siendo retirados del servicio en
1967. Así que la lección de 1959 se olvidó pronto, porque al desactitvarse los
Vampiros no se contó con algún otro avión para su reemplazo. Durante un largo
periodo de 15 años México no contó con aviones para la defensa del país, siendo
esta función asumida parcialmente por los entrenadores jet Lockheed T-33,
siendo hasta el año de 1982 cuando un nuevo avión se incorporaría para la
defensa del espacio aéreo.
Aunque desde 1973 la FAM había estado buscando nuevos
aviones de combate, el desinterés de los mandos de la Secretaria de la Defensa
Nacional, la falta de presupuesto hicieron que la defensa aérea del país
estuviera descuidada hasta 1981, cuando el presidente López Portillo como parte
de la bonanza petrolera autorizo la compra de un escuadrón de aviones de
combate con sus respectivas refacciones y entrenamiento. Por fin el 10 de
agosto de 1982 los primeros aviones supersónicos con bandera mexicana, llegaron
a la Base Militar Número Uno para integrarse a la flota de la Fuerza Aérea
Mexicana, se trataba de los entonces tecnológicamente avanzados Northrop
F-5E/F, las dos primeras aeronaves un biplaza F-5F matricula 4501 y un
monoplaza F-5E matricula 4001 llegaron nuevos de fábrica tripulados por los
primeros pilotos mexicanos entrenados para volar estas veloces aeronaves.
Durante los últimos años la defensa del espacio aéreo del
país ha recaído en los pilotos y maquinas del Escuadrón Aéreo 401, pero después
de más de 30 años de servicio de este caza supersónico, la FAM vuelve como en
1967, a encarar el hecho de quedarse sin aviones de pelea al no existir un plan
estructurado para un posible reemplazo. Situación no muy alejada de la realidad
ya que a más de siete años de la desactivación del único entrenador jet de la
FAM, el Lockheed T-33, esta continúa sin un avión similar que lo reemplace,
haciendo que se acumule una pesada carga para los recursos de la SEDENA y del
país ya que aún no se imagina siquiera
con que aeronave reemplazar al T-33, ahora enfrenta el hecho de también de
renovar la flota de F-5E situación que a todas luces afecta la capacidad de
combate mexicana, como lo analizamos anteriormente.
Ahora bien aunque el futuro los F-5E/F es incierto; es muy
posible que estos sean objeto de una posible modernización. Si nos apegamos a
lo que han realizado otras naciones, el
F-5 ha sido modernizado para continuar con su vida útil y mejorar sus
capacidades tanto en Chile como en Brasil y en la Marina de los Estados Unidos,
así en diferentes vertientes, estos aviones han sido modernizados para
continuar su uso por muchos años más.
El legado de los aviones F-5E/F mexicanos se puede ver
desde distintos ángulos ya que han contribuido a la seguridad externa e interna
del país, han entrenado a cuatro generaciones de pilotos y han contribuido como
espina dorsal del arma de caza de la Fuerza Aérea Mexicana, pero el tiempo reclama
su uso y el F-5E, con sus caracteristicas actuales, no es ahora la aeronave que
pueda cumplir con los requerimientos de la defensa mexicana del siglo XXI.
En su mayor parte los procesos de adquisición de sistemas
de armas se acompañan de la iniciativa de asociar estas compras a proyectos de
compensación industrial (offset), o acuerdos comerciales demandados por un
comprador, que obligan al vendedor a llevar a cabo acciones que compensan el
flujo de dinero requerido por el contrato de venta. Los “offset” surgieron como un mecanismo para complementar las compras
de sistemas de defensa con iniciativas comerciales y tecnológicas, que generan
beneficios socioeconómicos al país comprador y específicamente, avances
tecnológicos a la industria local.
Estas iniciativas se hacen posibles gracias a las
capacidades de los conglomerados industriales aeronáuticos, que con un esfuerzo
relativamente pequeño pueden transferir tecnología, orientar inversiones,
contratar procesos productivos o abrir mercados en beneficio de la industria
del país comprador. En todo caso, esta política permite que la inversión en
defensa se traduzca siempre en una oportunidad de desarrollo tecnológico,
industrial y comercial para el país comprador.
En el caso de México los gastos de Defensa, sin excepción
deben competir, en la asignación de presupuesto, con las otras muchas funciones
públicas que realiza el estado en especial con las sociales, por lo que la
adecuada inversión en Defensa se convierte en una cuestión clave. Desde esta perspectiva,
el Offset contribuye a “validar el gasto
en Defensa” ante los detractores de las adquisiciones militares y la
opinión pública, presentándolo como una inversión rentable. El gasto en equipo
militar, o al menos aquella parte destinada a los proyectos de adquisiciones
militares, se convierte así, dentro de ciertos límites, en una forma de
inversión en variados rubros de la economía, lo cual tiene un impacto sobre
diversos procesos productivos.
Un ejemplo interesante son los convenios Offset que logro
España. El contrato de compensación industrial para la compra de 72 aviones
F-18A se firmó en julio de 1984, entre el Ministerio de Defensa de España y la
entonces McDonnell Douglas, por el 100% del monto de la compra que ascendió a
$1.543 millones de dólares. En esta compensación se acordaron múltiples
proyectos para potenciar las industrias aeronáutica y electrónica de defensa de
España. Al finalizar los 12 años considerados para su ejecución, la mayoría de
los analistas estiman que se cumplieron todas las exigencias del convenio.
Otro ejemplo es la adquisición por la Fuerza Aérea de
Chile de 10 aviones de combate F-16 block 52 por un monto superior a los $600
millones de dólares a la norteamericana Lockheed Martin; donde se firmó un
acuerdo Offset por $200 millones de dólares, para que la empresa norteamericana
General Electric (G:E.) en sociedad con empresas chilenas, instale un “Centro Técnico de Excelencia de G.E. en
Chile” cuya finalidad es desarrollar publicaciones técnicas especializadas
(Manuales y Boletines en Inglés y Castellano) para mantenimiento y reparación
de turbinas de aviones. Además está considerado certificar aviones C-130. Se
estima que la inversión creará 300 nuevos empleos directos y 800 indirectos en
la economía chilena.
Otro factor importante, que conlleva la falta de un
programa para la incorporación de nuevas aeronaves es el tiempo de
vida de un sistema de armas lo cual se ejemplifica comparando el rendimiento
que han tenido los dos últimos cazadores mexicanos: el DeHavillandF.Mk. 3
Vampiro y el Northrop F-5E/F.
El Vampiro se adquirió sin aviones entrenadores, lo que
dificultaba el adiestramiento llevando finalmente a un nuevo desembolso
económico para la compra de dos aeronaves de entrenamiento. El lote de F-5
contaba con dos máquinas biplaza F lo que facilito el adiestramiento. Los
Vampiros se adquirieron sin armamento lo que implicó un nuevo desembolso la
compra e instalación de sus cañones Hispano Suiza, tampoco tenían un flujo
constante de refacciones lo que implico canibalizar al menos una aeronave.
Los F-5E/F contaban con todo su equipamiento de fábrica
que incluía los dos cañones Colt-Browning M-39A2 de 20 mm en todas las
aeronaves monoplaza y un cañón por cada una de las biplaza. Además el flujo
de refacciones estuvo garantizado al
menos durante los primeros 10 años lo que hizo que todas las aeronaves tuvieran
una alta tasa de disponibilidad. Finalmente al ser de segunda mano y a punto de
ser rebasado tecnológicamente en la fecha de incorporación a la FAM los
Vampiros fueron retirados del servicio después de su séptimo año de servicio,
mientras que los F-5E/F adquiridos nuevos de fábrica y avanzados
tecnológicamente en la fecha de su incorporación a la FAM, continúan en
operación después de 30 años de servicio.
El gasto de defensa de México es uno de los más bajos a
nivel mundial, fluctuando en 0.5% del PIB, muy por debajo de la
mayoría de países de América Latina, que oscila alrededor del 1.31%. (REF 2)
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